martes, 7 de febrero de 2012

homo currantis vs tigres cautivos

Distinguidos lectores, queridísimas lectoras, querid@s amig@s, etc., etc. y etc. y bienvenida especial a mi amigo y tocayo Mua, nuevo lector de este humilde y ordinario blog.
Esta tarde y sé que era en horario de tarde porque en la tele echaban la telenovela esa de la partera tan guapa que no sé como se llama pero que tiene problemas de amores como toda telenovela que se precie, he salido a calle y me he acercado hasta el circo que han instalado aquí al lado de mi casa y me asombré yo mismo de mi aguante físico ya que he aguantado más de una hora de pie e inmóvil mirando la jaula de los tigres.
Tengo que reconocer que tanto tigres como leones son junto con los perros mis animales preferidos, siendo estos dos felinos los que despiertan en mi una admiración especial, por su agilidad, su fuerza y sobre todo por su imponente y preciosa estampa y figura.
Yo, que en este blog he contado casi todo de mí no recuerdo ahora haber dicho que mis dos profesiones que en la infancia quería dedicarme eran primero ser domador de fieras en un circo y después palista o conductor de excavadora. Y en esto no hay viceversa que valga, lo primero era lo primero y ser domador era lo primero, y cuando alguien me preguntaba la consabida de: "¿y tú bonito, qué quieres ser de mayor?", yo respondía orgulloso "domador" y la gente se reía y decían "ay que riquiño, como se nota que le gustan los animales", y me decían también que yo sería el mejor domador de fieras del mundo y que comparado con el difunto Ángel Cristo, yo sería un Dios y él un simple Cristo.
Y lo quería ser desde muy niño hasta no tan niño pues siendo un poco más adulto ya que si mal no recuerdo iba en séptimo curso, una vez el profesor nos preguntó uno por uno es uno que queríamos ser de mayores y cuando llegó mi turno, sin vergüenza y sin rubor respondí que domador.
Carcajada general en el aula con la del profesor incluido y algún que otro comentario que llegó a mis oídos procedente de la última fila aludiendo a mi valentía. La voz aflautada de Rilo no me pasó desapercibida ni tampoco su comentario: "no tienes huevos".
Dado que ante todos demostré mi valentía al elegir tan arriesgada profesión, no quedaba otra que defender mi honor y dar merecida respuesta a quien en público dudaba de mi valor, por lo que alzando la voz entre 5 y 7 decibelios por encima de las carcajadas del resto de compañeros, sacando pecho respondí a Rilo con una muestra de mi valor y pericia con los animales: "que dices tú imbécil, si soy capaz de meter mi nariz dentro de la boca de mi perra y de la gata de mi abuela sin que hasta ahora jamás me la mordieran. Y eso tú no tienes cojones a hacerlo".
Nada más acabada la frase me cayó una colleja detrás de la oreja que el profesor me cascó por decir "cojones".
Y claro, protesté muy enérgicamente al profesor a ver el por qué a mí y por decir cojones me pegaba y a Rilo por decir que yo no tenía huevos no le decía nada. Dicho esto me cayó una segunda colleja y mi boca se calló, y no digo eso de valga la redundancia ya que una me cayó con "y" y la otra con "ll", con lo cual la redundancia no existe.
Pero volviendo al tema de esta tarde en el que me pasé de pie tanto tiempo mirando para los tigres enjaulados. Los conté y vi que había aproximadamente 6 tigres (digo aproximadamente ya que un administrativo sin calculadora no es nada, gajes del oficio que te acostumbras tanto a la máquina que al final hasta de sumar te olvidas), de esa media docena 4 dormían o se hacían los dormidos ya que estaban acostados y no se movían. Sí, casi podría asegurar y hasta jurar que estaban durmiendo de verdad.
Y los otros dos que estaban despiertos me recordaron a mí, SÍ, aunque parezca mentira dos tigres enjaulados me recordaban a mí, o lo que vendría a ser lo mismo, en ellos, en sus movimientos y comportamientos vi reflejado el tigre que llevo dentro.
Uno de ellos y durante todo el tiempo que los estuve viendo no dejaba de hacer lo mismo que yo hago en la cama, dar vueltas, vueltas y más vueltas, con la única diferencia en que yo las doy sobre mi propio eje y el felino las daba al par de metros cuadrados que tiene su jaula.
Y el otro estaba medio acostado y con la mirada perdida en ningún lado. Vamos que estaba tan apampanado y apapostiado que ni se inmutó cuando para llamar su atención y que me mirase le di con una piedrecita pequeñita en toda la cara. Me dió la impresión que estaba deprimido cosa que no me extrañó en absoluto pues si yo lo estoy en parte por culpa de mi trabajo del cual el propio espacio en el que lo desempeño es ya de por sí deprimente, él tiene que estarlo a cojones pues ambos entornos tienen mucha similitud: espacio reducido, falta de limpieza y barrotes en la ventana. Aunque aquí desgraciadamente para mí el tigre me lleva ventaja pues su jaula da a la calle mientras que la mía está en un sótano y con vistas a un vertedero ilegal por el cual se ven deambular las ratas a sus anchas.
Ese tigre también me recordó a mí pues su actitud pasota hacia lo que había de barrotes para fuera y aquella mirada perdida, distante, abstraido en sus propios pensamientos o probablemente en viejos recuerdos de cuando cazaba alces y ciervos en las selvas de Bengala. ¡Pobrecito!, que pena me dio.
Yo también recuerdo con nostalgia aquellos tiempos de mi infancia en los que también cazaba ranas, grillos y lagartijas, con la diferencia de que yo en lugar de comerme a mis presas las alimentaba. Ahora bien, si por necesidades de la vida me viese en la obligación de alimentarme de ellas, sacaría el tigre que llevo dentro y me los zamparía sin dudarlo un instante, pues mucho tiempo más tarde no obstante degusté y bien que me gustaron las ancas de rana en salsa de no sé que.
Pero en aquellos tiempos y gracias al salario de mi abuelo el barrendero y lo que mis padres enviaban trabajando en el extranjero, no tenía la necesidad de alimentarme de mi propia caza para poder sobrevivir, ya que aun siendo de familia humilde llegaba a casa con las presas atrapadas y a la hora de comer cuando no había tortilla de patatas, había patatas fritas con bistec (y aquí no sé si tendría que decir eso de valga la redundancia por aquello de repetir patatas).
Y mirando para estos dos se me dio por pensar en que pobres animales que tuvieron la desgracia de nacer en cautividad y no saben lo que hay más allá de los barrotes, como yo tampoco supe nunca si era cierto o no lo del premio en los Palotes.
Y mirando para los otros aproximadamente cuatro que dormían a pierna y cola suelta, sin aparentes signos de pasar frío pese a que yo tenía los pies helados, tuve una poca de envidia de ellos ya que salvo las diferencias que puede haber entre ellos y yo, en el ámbito laboral los tigres no sólo tienen mejores condiciones que yo, sino que mejores incluso de las que contempla el ESTATUTO DE LOS TRABAJADORES.
¡Joder!, cada tigre curra 10 minutos al día y le dan un cuarto de vaca para que coma, si efectivamente las matemáticas son tan exactas como dicen en cuatro días se comen una vaca, y yo, pese a trabajar 8 horas al día y aún cobrando bienios y quinquenios, mi salario de cuatro días no da ni para pagar la entrada de una vaca comprada a plazos, ni por leasing y aunque no me cobren el I.V.A..
Y aunque digan eso de que las comparaciones son odiosas, durante el tiempo que los estuve observando estuve también reflexionando y analizando sobre estas y otras diferencias entre ellos, que pese a ser animales no dejan de ser también "currantes" como muchos de nosotros, y nosotros (y vuelve a surgirme la duda de si debo poner o no lo de valga la redundancia de los cojones).
De ese "estudio analítico comparativo entre las especies de las que hablo (homo currantis y tigre enjaulado)" he sacado unas conclusiones que expondré en términos matemáticos y proporcionales con la mayor claridad que me sea posible ya que a esta hora todavía no tomé la pastilla.
Las conclusiones son las siguientes:
En la jaula hay aproximadamente 6 tigres, de los cuales 4 duermen, 1 tiene síntomas de estrés y el otro síntomas de depresión. Quien sepa de matemáticas que por favor me diga que porcentaje supone cada uno que yo no pudo hacerlo ya que aun no he tomado la pastilla como he dicho.
A continuación trasladé y coteje estos datos con la población humana y aunque desconozco números exactos de los homo currantis españoles de España (que pocos más deben ser que los tigres si tenemos en cuenta la cantidad de ellos que están parados y los que pronto lo estaremos), llegue a un resultado que me lleva al siguiente resultado: (joder, otra vez la duda con la puta redundancia):
"Los Tigres del Circo que hay al lado de mi casa presentan signos y secuelas proporcionales de comportamiento similar al de los homo currantis españoles de España, que son uno por uno es uno los siguientes:
De cada 6 trabajadores en activo 1 presenta síntomas graves de estres incluso fuera del horario laboral, 1 presenta claros síntomas de depresión y 4 duermen o aparentan dormir placidamente fuera del horario laboral
, hace un par de años diría que duermen como funcionarios pero hoy en día no me atrevería, así que para quedar bien con todos diré que si duermen tan bien es por que están agotados y seguro que explotados.
Y para finalizar esta entrada-analitica-reflexiva-comparativa, acabaré diciendo que en cualquiera de estos tres casos: estresados, deprimidos o tranquilos durmientes, cuando toque la sirena y sin mono de trabajo ni ningún tipo de medidas de protección salgan a la pista a ganarse su comida, van llevar palos y latigazos hasta en el chip, si es que lo tienen... porque a lo mejor ni siquiera están asegurados.
Señores, señoras y señoritas, ¡EL CIRCO HA LLEGADO A SIGÜEIRO! y de que tiene tigres de verdad lo puedo jurar pues yo los he visto con mis ojos y con las gafas puestas.
Señores, señoras y señoritas, ¡EN BREVE REFORMA DEL SISTEMA LABORAL Y POR ORDEN MINISTERIAL!...
Hoy señores, señoras y señoritas, tras un largo tiempo mirando para los tigres enjaulados y poco antes de abandonar el lugar y venir al calor del hogar, vino a mi cabeza la idea de pedir trabajo en el circo bien fuese de falso tigre o de payaso, y apunto estuve de hacerlo pues de hecho me encaminé a la caravana que me pareció la de los jefes por ser la más grande y moderna y cuando ya tenía al alcance de la mano el pomo de la puerta fue cuando me di cuenta, llevo una semana sin afeitar y no tenía la presencia que hay que tener para pedir de trabajar.
En fin, ya vendrá otro circo... y a lo mejor el próximo trae leones y si tengo tiempo me pasaré otro buen tiempo... (otra vez con la duda de la redundancia, joder que día llevo hoy), decía que me pasaré otro buen tiempo... (ejem) mirando para las fieras y al mismo tiem... y a la vez estudiar la vida sexual de los leones, a ver cómo es eso de que pueden echar tantos polvos seguidos sin el mínimo esfuerzo.
¡Yaaaaaaaa!, ya sé que el león tiene eyaculación precoz, pero lo que yo quiero estudiar es el qué cojones hace que la leona se deje follar una y otra vez sin quejarse y pese a que a lo mejor se pasó todo el día persiguiendo antílopes y cebras no se queja de estar cansada ni de que le duela la cabeza.



Preciosa y romántica imagen no me negaréis, ¡que estampa!, ¡que figura!, ¡que bravura!, ¡que dientes!, ¡QUE SUERTE!.


1 han comentado:

Nieves LM dijo...

Desde luego que tus insomnios los aprovechas bien, qué bueno.
Oye dónde trabajas? barrotes, estercolero...
Me encantan tus historias. Besos.